Salgo de casa y apenas salgo me pregunto a dónde ir, es una pregunta que últimamente me la hago con mayor frecuencia. Paso cerca del lugar donde trabajaba, donde tengo que regresar cuando termine de pensar para qué. Una discapacitada mental llora porque los micro no la quieren llevar. Me acerco a ver qué pasa, ya lo sé pero me acerco. Todo el mundo mira que la gorda con retraso mental para el transito en una cuidad que ya no da mas, la gente saca la cabeza por las ventanas del micro y empieza a gritar, la gorda llora más. La retardada sale viva y aprovecha que nadie hace nada y sigue con lo suyo. Es la segunda vez que la veo llorar en esta calle. Miro a la gorda y meto la mano en el bolsillo, hoy tengo dinero, cruzo la calle y le doy los veinticinco centavos que no pude darle la primera vez que la vi llorar. Otro tipo se acerca. Me pone la mano en el hombro, la gorda deja de llorar y mira al tipo como si se lo fuera a comer ahí. Doy un paso al costado y empiezo a caminar, sea quien sea ahora es él y la gorda. Escucho que dicen mi nombre, no regreso a ver, todo el mundo se llama Daniel, el del super, el del bar, el que hace política en la universidad, el que suministra mierda a los yonquis de mi barrio y un ex de mi hermana. Me toman del hombro otra vez, pienso que es la gorda, que no ha tenido suerte con el otro tipo, doy vuelta. Daniel ¿Cierto? El que escribe. Joel ¿Cierto? El que se come a las gordas. El tipo es delgado, quizá más delgado que yo. Le sonrío, siempre sonrío. Joel dice que soy como escribo, yo le digo que no he escrito nada o solo mierda. ¿Estas tratando de insultarme Joel? El se queda callado, otra vez sonrío. Joel Dice que el no escribe que es un tipo reservado, baja la mirada. Yo pregunto qué hace, el responde con otra pregunta, por qué. Nadie dice lo que quiere, nos lo guardamos hasta estar lo suficientemente ebrios, seguros o cuando no hay nada que hacer, o cuando es lo último que podemos hacer. Porque tengo dinero y ganas de tomar una cerveza. Joel dice que no quiere cerveza, que lo ha dejado por su nueva novia, una punki con corazón de pintora. Yo sonrío e imagino un payaso gordo llorón con botas en un marco con cresta. Insisto, podemos tomar una cerveza verde y cigarros verdes. Vamos a un bar cerca, a un lugar con buen ambiente, donde no huele a condimento y no se ve ni un solo chino. Cómo está tu nueva novia. Él dice que bien, que ha sacado una exposición. Y es guapa. Joel se toma de las rodillas, creo que no dice lo que quiere decir. Le paso un cigarro verde, la gente debería decir lo que piensa sin ayuda. Joel le da una jalada larga a su cigarro y lo escupe todo. Estoy harto de serruchársela con cuentos inconformes y ordenes de cómo hacerlo bien de fondo, pero cuando ella me pega sus lijadas no importa lo que ponga, y tu Daniel cómo estas con Nikki. Cómo sabe lo de Nikki, es cierto yo no me reservo nada, todo el mundo sabe lo que hago, ahora se necesita de inteligencia para salir y alocarse un poco. Pienso que estoy jodido, las ideas se acaban. Voy bien, días después de intentarlo con otra mujer se lo conté todo a ella, incluso que no me gusto la otra mujer. Ella dijo que yo necesitaba tiempo para pensar. Lo he estado pensando. Pienso que abrazar fuerte es la única forma de no alejarse, todos tienen cosas que hacer y tan rápido que no puedes encontrar un abrazo que se quede, solo quedan partes de cuerpos desmembrados, partes a las que uno se ha aferrado. El bar se queda en silencio, Joel sirve la tercera cerveza, un vaso es suyo, el resto de la botella es mía.
El dice que días después de pasarla con una mujer acostumbraba a preguntarse si lo había hecho bien, si ella regresaría. Mi novia me hace sentir enamorado y vulnerable. Ahora no te vas a poner melancólico Joel, creo que la experiencia se consigue cuando ya no se la necesita. Termino con mi cerveza pago una cerveza verde mas, dejo un cigarro verde en la mesa y salgo de ahí sin despedirme. Camino unas pocas cuadras y me siento agotado. Entro a una tienda. Intento comprarle una cerveza a una vieja, la vieja dice que no hay cerveza sin embace, le digo que estoy de acuerdo. Pago con dos billetes de los pequeños, pienso en el cine, a la mierda, yo no sé de cine, no tomo en cuenta a los personajes secundarios, quién mierda toma en cuenta a los segundones. La vieja de la tienda trae la cerveza y un vaso de vidrio, dice que quiere salir, que tome rápido mi cerveza porque ella se va a misa. Le digo que son las dos de la tarde. Ella dice otra vez que va a misa. Acabo la cerveza de dos chupadas, devuelvo el envase y el vaso limpio. Le digo a la vieja que pida por mi, ella sonríe. Creo que sí lo hará. Otra vez empiezo a caminar pienso en el cine de nuevo, pienso en películas y los segundones. Soy un segundón, o lo fui. No puedo estar atrás de una mujer otra vez. Soy un Waits de mierda o una mierda de Waits, más la segunda, al final un tipo de mierda, un segundón de reparto de la mano de la actriz principal. Encuentro a un vagabundo que camina en dirección a donde yo trabajaba lleva bien atados los pantalones. Pienso que me gustaría tener sus agallas para decirle a Nikki que no importa si le sonríe a todo el planeta, él no lo necesita.
