En el cielo también hay drogas. Cuando empecé con Chaparro venía de una temporada en la que solo recibí patadas ahí abajo, estaba sacado de onda y necesité más de una sesión frente al espejo para salir bien. ¿Oye loco, todo bien? Ánimo primo, no seas un colgado. JA!
Chaparro le dio a la filosofía y a las letras, en la universidad fundó una revista, Hojalata, y sé que trabajó como periodista en algunos medios. La novela o conjunto de narraciones, opio en las nubes es su único libro y es un libro con ritmo, fuerza drogas y rock. Jimi Hendrix, Marley, Donna Summer, Beatles, Rolling Stones, the Doors y U2 son algunos con los que me encontré en él.
Opio en las nubes es una novela de culto y seguro también es considera porquería para algunos. Tiene virtud por decir las cosas feas y ser vulgar. Hace lo que tiene que hacer. Habla de agujas, canciones de rock, tragos, vómitos, gatos, bares, sillas eléctricas, sexo triste, sexo duro, sexo más triste, mucha droga, soledad y ganas de morirse.
Un pana me dijo alguna vez, Daniel, lo duro de escribir sobre la realidad es que corres el riesgo de sonar como cualquiera y en este caso, en tu caso, como un adolescente con cara de apestado. Tranquilo loco no soy tan bueno,JA! Lo cierto es que hay dos tipos de escritores los buenos y los malos. Y la buena literatura, te desnuda, te viola, te mete el dedo en el ojo, y ya, topes. Cuando le eché un vistazo a lo de Chamorro lo primero que pensé antes de terminar con el primer párrafo fue, puta mierda este tipo tiene cara de caminárselas. Recuerdo eso y que no paré de leer hasta que no pude aguantar más y salí a caminar, a tomar una cerveza y ensoparlo todo con alcohol y ruido. Verle a los ojos a la lluvia de noviembre y no romperle el ego, tranquila princesa sigue tu camino y yo jugándomela por nada, por hacer lo mío. Hacer todo para terminar de matar los días rotos, chuparle las tetas antes de desayunar, jalarme una paja a mano cambiada a medio día y pedir otro cigarro. Pienso que así es Chaparro vivir con lo que puedes. Con uno mismo, con sangre whisky y algodones hervidos. Tranquila muñeca, todo bien.
No sé cómo empezar. Te conocí en el Opium Streap Tease y me dijiste que te llamabas Harlem y también me dijiste que te gustaba el whisky, las mañanas de sol y tantas otras cosas de las que no me acuerdo. Yo te dije que me llamaba Gary. Gary Gilmour y que acababa de morir en la silla eléctrica y no me creíste. Pensaste que estaba loco, que tal vez había bebido demasiado y te fuiste a la pista a sacarte tus ropas, a regar un poco de sudor aquí y allá mientras tocaban boys don’t cry y yo pedí una cerveza y te vi allí desde la barra y me pareció que olías un poco a opio, un poco a cerveza, un poco a paloma, un poco a boys don’t cry, un poco a mañana de miércoles y no parabas de mover tus muslos, tus ojos, tal vez mirabas hacia arriba, hacia esas luces que olían a tomate, tal vez buscabas a Dios en la mitad de aquellas luces amarillas y rojas que daban vueltas encima de tu cabeza, de tus sueños de manzanas podridas y cuando se acabó boys don’t cry volviste hacia mí y nos pusimos a hablar, hablamos de todo, creo que hablé de tus cigarrillos y te pedí que me dejaras pasar la noche contigo, pero tú me dijiste que qué va, que no era posible y me dieron ganas de escribir tu nombre en el cielo, cerca de las nubes, ganas de escribir tu nombre con whisky, con vodka, con cerveza, con pequeños gritos, con sudores, con orines. Después te fuiste de mesa en mesa y te pusiste a repartir besos y claveles rojos...