A principio de mes o cuando me he quedado sin provisiones, selecciono un par de libros a los que prometo dedicarles tiempo, sacarlos a pasear e invitarles un café o una cerveza. El libro del mal amor llegó de la mano de uno de mis amigos con el que últimamente hablar de sus relaciones personales y en especial de sus des-amores y todas sus variables me dejaba empachado de mala onda. Andrés se había gastado todos sus créditos hablando de sus ex y la relación psíquica afectiva que todas tenían con la chica que ahora no le daba bola. Cuando dijo tienes que leer esto porque va de lo tuyo, dude. Pensé en decirle no, estoy leyendo a Ciorán o Emile para algunos de mis ex compañeros de la U, o poner una escusa similar, como que en este momento estoy sobre alguna otra profundidad que me roba el tiempo, lo cierto es que nadie te roba el tiempo, lo pierdes. Responder que nunca siempre no, también era opción pero preferí olvidar el empacho y callar. Luego de dos semanas en un rincón del dormitorio el libro había cogido polvo pero no hambre. Pensar que Iwasaki no tenía la culpa de mis empachos y tener acumulado los qué tal el libro de mi amigo sin créditos me hicieron llevarlo en la mochila y sacarlo a dar una vuelta. La vida de todos, de cada tipo en este planeta tiene una historia sobre una mujer inaccesible. Puedo contar varias ahora mismo y puedo recordar cada detalle de cómo yo la rompí como nadie con ellas en los márgenes de menos 1, 2, 3, 10. Ja!
El libro del mal amor es un conjunto de cuentos-novelados como lo llama el autor, que reúne historias de un tipo que su único error es amar con la cabeza o en la cabeza. Diez historias sacadas de su ridiculum vitae, diez ideales de mujer contempladas por un solo tipo que a pulso pretende ser el ideal de cada una de ellas. Hay tipos que ven en escribir de sus ex amores el método ideal para exorcizar demonios, mala suerte y mujeres que dicen te quiero pero bien (solo como amigo) y así asegurarse que los amores futuros no terminen en desilusión. Tomarlo así puede ser la respuesta más humana pero no siempre la mejor, por mi parte la he jodido mil veces y quizá unas cuantas más. Iwasaki, se la juega así y narra las historias de sus pérdidas en el arte del amur (así suena mejor) en un tiempo específico 70-80 para lo que se hace de la ayuda del humor y la comicidad; creo que poder contarlo así llega solo después, de que te dolió tanto que tuviste que pensártela, salir de ahí y aceptar que por una tipa no puedes ser ni deportista, o patinador, o experto en ballet clásico, o estudiar la biblia para predicador y luego aceptar el judaísmo como religión y hasta ser dirigente político universitario de izquierda, esto en lo personal me recordó que jamás seré un revolucionario y que las chicas de la U y los profesores hacen estupendas parejas, que una mujer se hace inalcanzable cuando la pasas el tiempo fantaseando en una vida inverosímil junto a ella y que intentar ser el ideal para todas es una solemne cojudez.