29/11/11

EntreLobos. Los animales son mejores que las personas




«Un día oí ruido detrás de unas rocas. Me acerqué y había unos lobeznos. Les fui a dar comida, a revolcarme con ellos… Vino la loba y lanzó un mordisco… Me fui… Un día estaba en la cueva y entró la loba. Yo me fui al fondo… Creía que me iba a comer… ¡Como antes me había atacado! Pero me dejó un trozo de carne… Me lo iba acercando… Y al final se acercó y la abracé… Y fueron confiando en mí. Yo les daba comida y jugaba con los lobeznos y poco a poco, así, fue como me fui convirtiendo en uno más de la familia» Marcos Rodríguez Pantoja, el hijo de los lobos.




Hay películas que me dejan para atrás que me van desgastando. Pensar en eso a veces me hace abandonar la pantalla por un tiempo. Hay pelis que me dejan demasiado cargado y con fuerza. Pienso en este momento en pelis con pocos personajes, en las que por lo general se confía toda la historia a uno solo de ellos. 

Estas pelis corren siempre el mismo riesgo. Se las puede llegar a odiar a muerte. Su guión, la banda sonora pueden convertirse en un ejemplo material de cuándo el cine no debería meterse y por efecto facultativo estas pelis tienen la facilidad de embarrarlo todo. No puedes creerle nada al director, al protagonista y por último a los panas que dicen que ésa peli es buena. JA! 

Por el contrario puedes prenderte de una peli y decir que va bien porque va de lo tuyo, porque cuenta una historia de un tipo, de una sola persona y que sólo por ese motivo, es la historia más importante de todas. 

Entrelobos es la tercera película dirigida y escrita por el español Gerardo Olivares. La movie es una historia basada en un hecho real, la vida de un muchacho que fue vendido por su padre a un pastor a la edad de siete años y que permaneció hasta los 19 en Sierra Morena, sin tener contacto alguno con humanos. Olivares plasma la historia de una forma honesta sin perder de vista al ser humano y lo que puede llegar a ser, esto se conjuga con la capacidad de captar la relación que se puede crear entre un humano y la naturaleza. Así se narra la historia de un niño que tiene en la cabeza la idea de vivir, de ver salir el sol, caer la noche y sobrevivir para poder volver a ver el sol al siguiente día. 


Creo que Entrelobos es una historia que saca demasiado, que exige mucho corazón a quién la ve y no puedo dejar esto sin decir algo de Marcos, de su historia. Pienso que ambos se hicieron por lo que él vivió, cómo la vivió; según él, como él quiso. Así logra superar un mundo que en principio le fue adverso pero que a la final le abrió las puertas para dejarle ser uno más de los niños perdidos de la selva de concreto. 


26/11/11

rasgos gruesos


Hey, princesa ten cuidado el cielo se está rompiendo.
Los dioses lloran por tu belleza y se revientan la cabeza contra el suelo
Escóndete en un bar, en el que sea. 
Todos son buenos, siempre que haya cerveza.
A la final, no importa.

DT

14/11/11

Premios Crepúsculo 2011 “Daniel, cómo dices las cosas ése es tú problema”



Sí, creo que desde ahí salgo adelante, desde mi dificultad para decir cosas que importan, cosas que no entiendo y que no puedo decirlas fácil. Por eso esta vez voy directo al grano. Éste párrafo es el intro del escrito que ganó una mención de honor en el VI Concurso Anual Internacional de Relatos Crepúsculo, organizado por la Fundación argentina Tres Pinos. Ésta mención es lo primero que gano e importa por lo que representa para mí. No pensaba enviarlo. Mis hermanos y mis viejos son quienes insistieron en que lo haga y fue la primera vez que usé los correos del Ecuador. JA!

Espero que el pana del que recibí todo este tiempo mensajes preguntándome si había cerrado el blog lea esto. La pausa fue necesaria hasta poder responderme si seguía con esto. El blog está abierto y yo voy con todo, gracias loco. Y gracias a la  gente que dejó sus comentarios cargados de full buena vibra en mi cuenta de facebook. 

Enjoy it

Sexto piso

Escribo cartas, muchas cartas. Estimado sr X, sr tachón. No me gusta como toca el saxo, una actriz porno amateur se la sopla mejor y con más técnica. Escribo cartas que no entrego. Estimada tachón, pasar la noche con mujeres que comen con miedo es perder el tiempo. Si sabes volar te quedas callada y no dices nada. Las palomas blancas son lindas pero también te cagan. 

Nikki dijo que me dejaría ahogar en mis vasos de agua, esa es su forma de tratar contigo, es demasiado madura en esto de andar ligado. Me ha dicho que soy su juguete de septiembre. Aunque me he quedado un par de meses más. Me gusta tirármela. Ahora mismo empiezo una carta dirigida a ella. No quiero decirle que tenía razón. Eso es algo que no voy a aflojar. Pero fui yo el que terminó rompiendo todo, con todo. 
<<Nikki, los peces tienen seis segundos de memoria y no se ahogan en vasos de agua. Peces hijos de puta.>> La memoria es una de esas cosas con las que tienes que cargar pero también es una de esas cosas que te sirven para llevar tatuado en la frente que para volar primero hay que tocar piso. Es un mes de mi salida del depar que compartía con Nikki. Es un mes y ella no ha dejado de gritar. Cierro los ojos y la veo llenando la bañera y hacer todo el rito de encerrarse con esencias, jabones, velas y espumas aromáticas. Palabras como melisa y lavanda todavía me descomponen, desde ahí grita todo lo que tiene que gritar. <<Puto>>. Rompió dos de mis libros y se metió a la bañera. Estoy sentado al pie de la puerta, tengo las hojas del par de libros cerca, abro el empastado y busco su lugar. Debería largar de acá y dejarlo así, hablar me ha metido solo en problemas. Uno siempre quiere arreglarla y no espera sino hasta el final. <<Nicole estoy asando un par de pescados, sal y olvidémoslo por seis segundos>> Hay un silencio incómodo de respuesta; de los que mantienes solo con las personas que se han vuelto demasiado familiares. 

Pienso que esto se ha transformado en un juego de resistencia y no voy jugarlo sin un cigarrillo. Fumo más de lo debido desde que estoy con Nikki, pero dejé los pinchazos atrás. Nicole sabe como emocionarme. Dejo lo que queda de Salinger en la mesa del comedor, salgo al descanso del balcón y le doy vida a un pito. Mis cinco minutos de cáncer, pienso mientras leo las letras negras de la cajetilla. Me arrimo con los brazos al barandal que separa el balcón del borde de la acera. La ciudad se extiende a ambos lados larga e intransitable. Detrás de mí escucho un par de pasos desnudos. Es Nicol, con sus dedos largos y afilados en el seguro de la puerta de vidrio. Sé que va a echar cerrojo conmigo fuera. No intento nada y le planto un mohín de hombros arriba. Cierra la puerta y sonríe. Los ojos le brillan. Yo también sonrío, ella deja de hacerlo y coloca la palma de su mano en la superficie del vidrio, está triste. Si me acerco todo parecerá una peli con un guión cursi y malo. Decido quedarme de pie. Las nubes de esta ciudad se parecen a una enorme bestia negra que la devora desde sus talones y la deja mojada en un negro gris que sume todo en un embotamiento leve y depresivo. De alguna forma extraña pensar esto me hace recibir la lluvia de mejor manera. Nicole desaparece entre las cortinas, debe haberse largado hacer café o a servirse un trago que me caliente el genio y me haga gritar.

Hace frío, estoy sentado en el piso del balcón cruzado de brazos para no dejar escapar el calor, patético, no soporto el frío. Nikki regresa tras la puerta de vidrio, se pone cómoda. Me mira, también fuma, su cigarro se consume lento. No he pedido que abra la puerta. Lleva encima mi remera de The Clash, le va bien con esos ojos negros. Nicol lleva adelante su venganza con calma. Mostrándome el espacio que le corresponde a ella. Estira su brazo y brinda. Es irónica la desgraciada. También alzo el brazo, salud, pienso. Ha dejado de llover hace poco. Tengo su celular y ella mi portatil. Ella revisa mis correos, a quién he escrito. Yo escribo más, le doy de leer más. Entro al chat y saludo a Alejandra, es guapa, lo sabe por eso es odiosa y enfermiza. Hablo con ella, dice que esta fastidiada, dice que no quiere hablar de Jorge, su novio. Yo pienso que ella no lo quiere o ha dejado de hacerlo. Jorgito es un tipo con cemento en los pies y a ella eso le frustra. Pienso que no sabe cómo deshacerse de él. No se lo digo. 
Hace tiempo discutimos porque ella tiende a decir cosas como <<lo sé>> Lo entiende todo y a mí eso no me cabe en la cabeza. Esas palabras resultan demasiado virtuales. Se lo digo siempre pero ella nunca estará de acuerdo. Juego un poco más a comerle el tarro. <<No pretendo romperte el mundo princesa>> Ella no responde. Creo que lo entendió y eso es algo difícil de tragar. Quizá piensa que estoy enamorado de ella, habría que probar. Alejandra escribe sin dejarse alcanzar. Me aburre, la quiero. Cambia de tema, escribe algo sobre lo interesante que está la danza. Lleva practicando algo de un mes, lo sé pero igual pregunto. Ella dice que lleva el primer mes y que está agotada. Luego sigue y le da por explicarme que la danza contemporánea que ella practica tiene como cometido expresar un mensaje mediante el cuerpo. << Como el cascanueces, o algo así. Se hacen obras así >> Le digo que en lo personal pensaba que el cuerpo como medio para la expresión era una generalidad de la danza. Ella me corrige argumentando que muchas veces el mensaje puede ser interpretado de diferentes formas. << A cada quien se le da lo que quiere y puede mezclar muchas cosas. Por ejemplo, imagina hacer una obra que se titule la melancolía en el paraíso.>> 

Yo no sé de qué va todo esto y no entiendo qué tiene que ver el casca nueces con la melancolía en el paraíso. Imagino un par de posibilidades pero me las guardo. Creo que la Alejandra quiere hacerme sentir bien como lo último que le queda conmigo, así que pregunta y qué tal tu día. Le cuento un poco lo que está pasando, y no demora en aconsejarme que salga de aquí. Le digo que no puedo hacerlo porque estoy solucionando las cosas con Nikki. Ella dice que salga rápido de esto <<eres bueno escalando paredes>> Lo haría, digo, si tuviera a donde ir. Los dos saldríamos de todo esto pero no se ha presentado algo más interesante en qué meter la cabeza y a ambos nos fastidia toda la parafernalia de los nuevos encuentros, creo que somos demasiado apáticos para dejarlo y por eso seguimos en lo mismo. Pregunto por qué soy bueno escalando paredes. <<Me lo has contado gordito, una historia, la vez que habías estado...>> <<No, no fui yo Alejandra.>> <<Sí que has sido tú.>> <<No, fue el tipo que pagó los tragos.>> << ¡Ah! Pero tú has estado con él.>> <<No>> Alejandra quiere salirse con la suya. Me fastidia lo suficiente como para confirmar que lanzarme de un solo salto a su cuello sería lo peor que podría hacer. <<Jorgito no te deja levantar vuelo, por eso andas así, hartante>> La Alejandra seguro se descompuso y se altera rápido por lo que le dije. <<Si es así, no me escribas más y suerte>> Hace tiempo que dejé de desearle suerte a la gente, lo hacía todo el tiempo al despedirme. Suerte, ¡Hey! Suerte, suerte, suerte. Me copia la despedida, es sarcástica también. La suerte es algo fatal si te lo piensas. Cierro el chat y me doy tiempo de borrar a la Alejandra. 

Nicole está enfrente de mí, no he reparado en ella mientras jugaba a ligar por internet. Está molesta, tira un par de cosas al piso y grita. No la escucho, es una danza bellísima. Pero me han jodido y no quiero saber nada de danzas contemporáneas. Sí Nicole, dale, sigue. Acá, de este lado nadie te escucha. Nicole nota que no le doy mayor importancia aunque se esfuerce improvisando y se queda en pausa. Para improvisar algo también se necesita técnica y entrenamiento. Se acerca al seguro de la puerta. Si estuviera en cuatro y con los caninos más afilados quedaría fascinada viéndome mover la cola de las ganas que tengo de largar de acá, daría vueltas como loco y no pararía. Ella sonríe, me encanta como lo hace. Nikki tiene el rosto delicadísimo, los rasgos precisos, y los ojos más grandes que he visto en una mujer corriéndose, eso me excita. Abre la puerta, se acerca despacio y se sienta frente a mí fumándose su seguramente tercer cigarrillo. No hablamos y todo va tranquilo. No quiero besarla, ni abrazarla, ni pedirle disculpas. Pero sé que si llega el momento de hablar lo más fácil es empezar primero, así que cuando tenga oportunidad me tiro sobre ella <<Qué haces acá muñeca>> <<No tengo idea>> La cosa va bien, si conozco algo a Nikki sé que tengo que hacerlo rápido antes de que se decida por cerrar la abertura que me ha mostrado. <<Mi primo tiene una máquina, es una maquina veloz, él la mantiene limpia y cuida de su motor. Ama andar con ella y a empezado a entender que nadie puede montarla mejor que él.>> Nicole me mira sacada de líneas esperando que siga. <<No hay nada mejor que rodearla con las piernas, ella es caliente. La montas pensado sólo en salir con ella a correr unas curvas largas>> Espero su respuesta, ella entrecierra los ojos y esconde su sonrisa de labios delgados en un mohín oscuro. Lo está pensando, sé que lo está haciendo. Se muerde un poquito el labio, eso me mata. Acerca sus carnes tomándose tiempo, pesándosela más de lo debido. <<Te amo>> Me da un beso que me calienta lo que llevo en los pantalones. Estoy seguro que no funcionará más y hago lo de siempre. Me abalanzo sobre ella y pongo nuestros sexos como medio de socavar el amor. Pienso en arrancarla de mi remera de The Clash pero se la dejo por placer y la cojo ahí mismo. 

La última hora la he pasado mirando al cielo pensando en que la lluvia de ayer me mantuvo conectado con algo arriba. Si es así no podía caer. Nikki pregunta qué pasó con Alejandra. Le digo que tengo todo lo que las mujeres, tal vez, necesitan saber. Ella se ríe de mí. <<Adoro tu personalidad cuando estamos solos Nicole.>> No se esperaba un regalito en mitad del juego. <<Hay demasiadas mujeres tomando comprimidos con penes de papel dentro, pero esa droga no hace nada más que dejarte pasar el rato>>. Nicole vuelve a reír pero esta vez seguro no es de mí. <<Vos llegaste a cogerme por lo que dices, no hay de otra>> Dice, dejándome en claro que todavía seguimos jugando. No sé qué contestarle. <<Pensé que era por mi voz nena>>, improviso. Será mejor desaparecer de aquí, antes de que a ella se le ocurra cambiar. Nicole es del tipo de mujeres que no le importaría auspiciarse la bebenta a cambio de propinarle una mala paja al dueño de un bar. No quiero verla flaquear. En la tarde luego de cogérmela un par de veces más salgo de ahí. 

Recuerdo eso y me veo regresando a lo de Nikki, ella me dio tiempo para pensar pero nunca pensé en ella. Algo así, no se puede escribir en una carta. Creo que no hay forma honesta que valga para escribir algo así. Mientras camino le voy dando sus caladas al pito de marihuana que se lo maree a un hippie y paso la seca con un trago malo que resbala dentro raspándome la cañería. La droga me estimula un poco y me da pie a una fantasía, pienso en subir las gradas hasta llegar al depar, en acomodarme un poco el cabello, llevarle flores y abrirle mi corazón. Es una fantasía de siempre, masculina y femenina también. 
Nicole abre la puerta, sigue usando mis remeras. Se ha teñido el cabello de un rubio que atrae y resalta el notable trasero que el yoga le ha regalado. Empiezo <<quién mierda lleva un marco colgado del cuello para tomar cerveza en un neo-hippie-rock-bar.>> Ella no entiende lo que digo y empieza a reírse de mí. Sabe que el día no ha ido bien, la botella de trago malo que llevo en la mano lo grita todo. <<Un piltrafa profundo con el corazón del arte en el pecho>> Acabo de un sorbo la botella y tiro el embase al estacionamiento. Cae seis pisos hasta estrellarse en el parabrisas de un Audi TT RS Cupé.
 El sonido del cristal roto, el ulúlelo de alarma y los perros aullando me ayudan a respirar. Pienso que yo también tengo el corazón del arte pero que lo saqué a patadas. Nikki grita imbécil y seis pisos abajo se empieza a azorar una asqueante sensación de desamparo. <<No Nicole, cretino, eso soy, un cretino y somos muchos acá.>> Paso junto a ella casi empujándola, voy a la nevera y saco una cerveza, ella sigue sin entender. Son las dos de la mañana y he caminado tres horas desde que la Alejandra agarró su mochila y se largó del brazo del soquete con el corazón del arte. ¿Está bien eso? Recuerdo que me preguntó un tipo que tenía cerca. <<Ese culo puede hacer lo que quiera.>> 

Nikki está contenta, ahora se ha puesto interesante para ella porque estoy a punto de escupirlo todo, porque está en medio otra mujer, porque sabe que no sé hacerlo bien con ellas y porque va a ser genial ver como se rompe en la puerta de tu casa el tipo que no has visto hace un mes atrás. Así es esto. Tomo otra cerveza y recuerdo respirar. <<No entiendo, yo también pensé que lo entendía pero no lo entiendo>> Trato de reducir las revoluciones pero encendida la máquina esta tiene que correr. Nicole no dice nada, me mira, está nerviosa con las manos en las piernas. Nota que la miro y su tacto se hace más leve. Me deja ver lo que hacen sus dedos. Tomo otro sorbo y la invito a bailar al balcón. Bailamos, ella me besa. Está caliente, me siento bien. No hay Sinatra, ni sonido de vidrios rotos. De todas formas bailamos, despacio. Empiezo a escuchar una extraña música. Ella pregunta cosas y yo no contesto nada. <<Así no es fácil>> dice <<Pero es la mejor forma de cuidarse Nikki.>> Ella pregunta qué paso. <<Nada, no había ningún lugar a donde correr.>> Nicole busca mi cuello y lo muerde despacio, yo levanto la remera que lleva encima para develar un cuerpo de baños en crema que lo mantienen vivo siempre. Le meto mano y dibujo en su espalda, dibujo fresas. No lleva sujetador. Le doy dos vueltas, ella se deja ir. Retrocedo tres pasos y cierro la puerta de cristal por dentro. Nikki regresa a mí con una mirada nueva. Seguro olvidó por un minuto que esto era un juego. <<Las cosas se acaban corazón, pensé que lo entendías.>> Nicole esta en el balcón y a empezado a gritar. <<Abre la puerta, abre la puerta hijo de puta, abre de una puta vez mal parido hijo de puta>>
El frío no pierde tiempo y le pone los pezones duros. Yo tengo de vuelta mi camiseta, busco más cerveza y todas mis cosas, encuentro la máquina de escribir de un amigo, encuentro mis carboncillos y un par de dibujos y todo el papel que encuentro entra a una funda negra, también las pastas del par de libros. Me acerco a la puerta de cristal. Tenía que hacerlo, tenía que haber desquite. Ella sabe que no abriré la puerta pero me lo pide. La veo y me parece que a sus espaldas el balcón se llena de pompas de jabón enormes, bellísimas, flotando. Hay unas que chocan entre sí, unas que no duran un segundo y estallan, otras que se tragan una a la otra y pocas que flotan solas alejándose del grupo hasta reventar suavemente dándole sentido y ritmo a la pausada y lenta canción que tengo en la cabeza. La miro, no puedo sonreír. Doy vuelta en talones y salgo de ahí. En el estacionamiento, hay un tipo llorando por su auto nuevo, reclamándole al guardia desde su bata de baño crema haberse quedado dormido. El tipo del auto nuevo se me acerca, pregunta si no he visto nada. Me llevo la mano a la cabeza veo la botella atravesando el parabrisas y le digo que no, que debe haber sido un cretino.