22/6/11

Sal sin Miletos


Hablar de lo que uno no tiene siempre va mal, quiero decir, de lo único que en verdad puedes decir que es tuyo; lo que uno ha vivido. El día en concreto de sal y mileto me perdí en una conversación de las que a algunas de mis amistades les encanta tener, libertades sexuales y poca cerveza y aunque ese tipo de conversaciones siempre van a nada, era el lugar justo al que quería llegar. X entendimiento con el otro. Me la pasé bien. Ha pasado demasiado tiempo, y sí, no escribí de esto porque no quería hacerlo. Pero muchos panas han preguntado y otros han puesto en claro su posición sobre el tema.


Eran más de las nueve de la noche cuando pensé en ir a ver qué onda con lo que queda de mileto, de eso hay para decir mucho, full. Pero es otro tipo de conversaciones de las que no llevan a nada y también tengo que jugármela por una cosa, si no tienes nada bueno que decir mejor quedarse callado.
Encendí el estero, le di play y me agarré al borde de la cama fumando lo último de un Lark. No sé por qué empiezo a recordar, eso a veces solo viene y hay veces que una tarde de recuerdos hasta te puede romper, pero ese, ahora, no es el caso. Mato con una sonrisa al Lark como una pequeña joda con la muerte, o algo así. Nada fatal.


La primera vez que escuché Sal y Mileto fue con Jacobo D y Andrés R, gente, lo que uno puede llamar panas. Jaco D, decía que Sal y Mileto, era, lejos, la mejor banda de rock del Ecuador, Andrés R que estaba y está metido con muka de otra onda, lo aceptaba un poco de malas. Yo me limitaba a oír lo de ellos, lo de la banda; el rock y por qué era libre. El Jacobo decía que éramos el trío ternura,  estando en prepo hicimos de la facu lo que muchos querían hacer de ella, por eso caíamos bien o mal, eso dependía de la chica con la que te metías. Una de las veces en las que salimos de joda en el chuper, las cosas no iban nada bien para mí. El Jacobo y el Andrés estaban en lo suyo con un par de chicas de la facu de nivel superior. Yo estaba en el asiento de atrás, re tostado comiendo galletas verdes. Lo que me salvo esa noche fue poner play y escuchar la banda que para rato ya era una de mis favoritas y agarrarme al volón armónico existencialista X depresivo que me da.



Lejos, muy lejos de vender o comprar una remera con el Paúl Segovia impreso ahí, que eso es como de otro plano, muy por fuera de los conciertos a su memoria. Lejos del mito que se hizo de él tras su muerte, y sin tomar en cuenta que de la banda original solo queda el Igor Icaza, que en lo personal no suena bien como vocalista de Mileto porque tiene otra onda y que claro, puede seguir tocando porque le da la puta gana, y solo por eso está bien; pienso que para poder coger un camino a veces es necesaria, imprescindible una buena rola y Sal y Mileto en sus cuatro primeros discos lo hizo, dio eso. No sé si para salvar a alguien pero sí para ellos y para eso se necesita confianza y también creérsela.





14/6/11

Person-Paranoid-Character


Hace un tiempo que estoy tratando de tapar huecos, y lo digo así, hacer la de dentista, recuperar el cine que no he visto es una tarea que me importa más que la caña manaba, así son las cosas. Si quieres hacer algo tienes que hacerlo bien y eso implica horas de soledad y a veces hasta mala onda pero el precio bien vale la pena. Se podría decir que aunque esté salidito de la Facu, o que en esas ando, lo que hago anda todavía en pañales y eso es algo difícil de aceptar pero que te lo cargas. Eso, y también las preguntas de los avanzados, ¿y tú qué haces?

Los paranoicos, (2008) ópera prima de Gabriel Medina, es una historia moderna, con sus minutos demás pero bien contada, con carácter; una peli de las que pegan conmigo y sobre todo ahora.


La cosa va más o menos así, Luciano Gauna (Daniel Hendler) es guionista. No ha escrito desde hace rato, y para ganarse la vida anima fiestas infantiles. Luciano es un tipo  solitario, la mitad del tiempo anda inseguro y la otra inseguro y fumando. Es de los tipos que viven puertas adentro, que bailan con fuerza y estilo pero con las cortinas corridas. Su nombre es más que famoso y él no lo sabe. Manuel Sinovieck, un amigo cercano, director/escritor de tv, regresa a Buenos Aires para supervisar el remake de la serie con la que pegó en España. Así que pasa por donde Gauna, obvio. Sinovieck quiere darle una mano a su amigo. Las cosas andan un poco raras, Gauna se las huele pero no dice nada. El inicio de la peli lo dice todo “Soy Luciano Gauna. He sido un maldito cobarde toda mi vida”.


A ver si entiendo, Sinovieck hizo Los Paranoicos, la serie, basándose en personas reales y Gauna es uno de los personajes. Aquí alguien se pasó, pasó la raya y lo hizo mal. El acole que Sinovieck quiere para Gauna parece más una expiación de pecados o peor aún, lastima. En los días que Sinovieck está de trabajo con lo del remake su novia Sofía, una retadora Sofía (Jazmín Stuart) se queda en lo de Gauna y de a poco van pasando pocas cosas. Cosas que valen, importan. 


2/6/11

Un tipo con el futuro roto


Es inicio de semana y ya estoy en un bar, así lo tenía pensado desde el fin de. Solucionar mis problemas y luego aceptar la invitación de un amigo a una cerveza. Diego es uno de los pocos tipos de los que conozco que no pregunta qué es lo que he hecho o si he escrito algo. Últimamente huyo de las personas, de mis amigos,  a los que les gusta conversar sobre sus intimidades porque en ello encuentran la mejor forma de salvarse a sí mismos, y porque esperan que diga algo. Diego es lejos mi mejor amigo, él y yo lo sabemos, a él le gusta hablar de música y a mí escuchar otras cosas. La camaradería siempre está porque compartir una cerveza entre ambos implica tomar tres  o más de la cuenta. Vamos a un bar, él saluda con un par de amigos, he hablado casi nada con uno de ellos.  Lo que comparto con él es el gusto por las mujeres que saben algo más de sí mismas y la idea de que Kase O, es por mucho, uno de los mejores dándole al micro. Tomo mi cerveza y me quedo en lo mío. Hace años que no uso reloj, lo dejé por necesidad de salud mental, al celular lo dejé solo para no llamar a nadie cuando creía necesitarlo y porque así es mejor. Quizá el reloj sea una forma de empezar a darle orden a mi vida. Pienso lo agradable que sería dejar pasar la tarde en el bar, son las tres de la tarde y ya debería estar en otro lugar, no me engaño. No quiero ir a donde tengo que. Las cervezas se acabaron pero tengo en la cabeza un poco de San Roque en hierba. Salgo del bar, todos salimos. La luz de las tres treinta me acuchilla en la mitad de la frente,  la respiración se me ahonda de un rato a otro. Pienso que la mortalidad traspasa mis pupilas. Sonrió,  necesito un par de gafas. Todos nos despedimos. Yo sé a dónde ir. 

No, no eres la clase de tipo que estaría en un lugar como éste a estas horas de la madrugada. Pero aquí estás, y no puedes decir que el terreno te sea del todo extraño, a pesar de que los detalles están borrosos. Estás en una discoteca hablando con una chica que tiene la cabeza rapada. La discoteca a de ser Heartbreak o bien Lizard Lounge. Todo se aclararía si pudieras escabullirte a los lavabos y aspirara un poco mas de ´polvo mágico boliviano. Pero puede que no. Una vocecita en tu interior insiste en que tu epidémica falta de claridad es el resultado de un exceso de todo esto. La noche a llegado a ese punto imperceptible que las dos de la mañana se hacen súbitamente las seis. Pero todavía no estás dispuesto a reconocer que has traspasado la línea más allá de la cual sólo te espera daño innecesario y nervios a flor de piel. En algún momento pudiste salir de la situación, pero lo dejaste pasar montado en la cola de un cometa de polvo blanco y ahora estas tratando de hacer frente a las consecuencias.    

Luces de Neón, es una novela de los 80´s  con las dos ediciones   en español descontinuadas y es lo mejor que he leído en lo que va del año. Así que gracias al pana que me lo cruzó. Muchos acostumbran a contar la misma historia de la humanidad de la misma forma. Un tipo buena onda que lo tiene todo y lo más importante que cree merecerlo; lo pierde todo. El trabajo del que presume en su círculo social, la chica muy, muy guapa que conoció en un bar de ciudad olvido y que luego de convertirse en una modelo reconocida lo dejó por un otro tipo con mucho músculo, las ganas de seguir haciendo lo que más le gusta también se fueron junto con ella, pero no a Francia.  Jay McInerney, es uno de esos tipos  que  reconocen que  fracasar con elegancia no siempre es posible y que una historia así solo puede ser contada por un tipo, el protagonista malogrado, que carga con la idea de ser solo un escalón para acceder a tipos más sofisticados y que su trabajo y talento no serán reconocidos nunca. Con todo esto el tipo está lejos de buscar revancha o paz espiritual, JA! En momentos así solo queda agarrarse de lo que uno pueda. Al final, algo me queda demasiado claro. Fracasar absolutamente solo deja en el pecho la sensación de un raro orgullo.