Hablar de lo que uno no tiene siempre va mal, quiero decir, de lo único que en verdad puedes decir que es tuyo; lo que uno ha vivido. El día en concreto de sal y mileto me perdí en una conversación de las que a algunas de mis amistades les encanta tener, libertades sexuales y poca cerveza y aunque ese tipo de conversaciones siempre van a nada, era el lugar justo al que quería llegar. X entendimiento con el otro. Me la pasé bien. Ha pasado demasiado tiempo, y sí, no escribí de esto porque no quería hacerlo. Pero muchos panas han preguntado y otros han puesto en claro su posición sobre el tema.
Eran más de las nueve de la noche cuando pensé en ir a ver qué onda con lo que queda de mileto, de eso hay para decir mucho, full. Pero es otro tipo de conversaciones de las que no llevan a nada y también tengo que jugármela por una cosa, si no tienes nada bueno que decir mejor quedarse callado.
Encendí el estero, le di play y me agarré al borde de la cama fumando lo último de un Lark. No sé por qué empiezo a recordar, eso a veces solo viene y hay veces que una tarde de recuerdos hasta te puede romper, pero ese, ahora, no es el caso. Mato con una sonrisa al Lark como una pequeña joda con la muerte, o algo así. Nada fatal.
La primera vez que escuché Sal y Mileto fue con Jacobo D y Andrés R, gente, lo que uno puede llamar panas. Jaco D, decía que Sal y Mileto, era, lejos, la mejor banda de rock del Ecuador, Andrés R que estaba y está metido con muka de otra onda, lo aceptaba un poco de malas. Yo me limitaba a oír lo de ellos, lo de la banda; el rock y por qué era libre. El Jacobo decía que éramos el trío ternura, estando en prepo hicimos de la facu lo que muchos querían hacer de ella, por eso caíamos bien o mal, eso dependía de la chica con la que te metías. Una de las veces en las que salimos de joda en el chuper, las cosas no iban nada bien para mí. El Jacobo y el Andrés estaban en lo suyo con un par de chicas de la facu de nivel superior. Yo estaba en el asiento de atrás, re tostado comiendo galletas verdes. Lo que me salvo esa noche fue poner play y escuchar la banda que para rato ya era una de mis favoritas y agarrarme al volón armónico existencialista X depresivo que me da.
Lejos, muy lejos de vender o comprar una remera con el Paúl Segovia impreso ahí, que eso es como de otro plano, muy por fuera de los conciertos a su memoria. Lejos del mito que se hizo de él tras su muerte, y sin tomar en cuenta que de la banda original solo queda el Igor Icaza, que en lo personal no suena bien como vocalista de Mileto porque tiene otra onda y que claro, puede seguir tocando porque le da la puta gana, y solo por eso está bien; pienso que para poder coger un camino a veces es necesaria, imprescindible una buena rola y Sal y Mileto en sus cuatro primeros discos lo hizo, dio eso. No sé si para salvar a alguien pero sí para ellos y para eso se necesita confianza y también creérsela.
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